Vivimos en un mundo en el cual, los avances tecnológicos nos rodean allí a donde vamos. Gozamos de las ventajas que nos otorgan todo el tiempo, ya sean los vehículos que nos mueven a través de largas distancias a diario o la abundancia y variedad de comida que podemos adquirir visitando cualquier supermercado.
Y sin embargo, pese a estos avances sumados a aquellos que se han hecho en el campo de la medicina moderna, el cuidado de nuestros cuerpos sigue siendo una tarea que nos concierne como individuos, pues aún no existe un método para estar en forma sin dedicación y esfuerzo.
Sin embargo, esto no significa que la tecnología sea inútil en lo que respecta al ejercicio, dado que nos brinda herramientas muy prácticas para maximizar nuestro esfuerzo y hacer que ponernos en forma sea algo más sencillo. Aquí tenéis una guía para aprovecharnos de dichas herramientas a la hora de ponernos en forma.
Deporte
Si buscamos ponernos en forma siempre podemos hacer deporte a la vieja usanza y salir a correr cada día, pero para muchas personas esto no es realmente una opción debido a restricciones de horarios, ya sea por trabajo o responsabilidades familiares.
En estos casos, lo recomendable es visitar un gimnasio o adquirir alguna de las máquinas de gimnasia más típicas, como puede ser la bicicleta estática o la cinta de correr. Estas dos máquinas en concreto nos permiten llevar a cabo ejercicios de cardio en la comodidad de nuestro hogar sin tener que movernos hasta un gimnasio o pagar una mensualidad. Además, apenas gastan electricidad y tenerlas cerca supone una motivación constante para hacer deporte.
Por si fuera poco, disponer de estas herramientas deportivas nos permite hacer otras cosas mientras nos ejercitamos, ya sea oír música, que puede ser peligroso si salimos a correr en una zona con tráfico, ver la televisión si tenemos una pantalla cerca, o incluso, hablar con otras personas en una llamada de teléfono.
Alimentación
Evidentemente, tanto la obesidad como muchas otras patologías de nuestro cuerpo, están relacionadas con una dieta deficiente, que no tiene en cuenta las necesidades nutricionales de nuestro cuerpo, o las sobrecompensa.
La obesidad, por ejemplo, puede ser causada por un exceso de calorías y grasas al ser consumidas, pero en muchos casos tiene más que ver con mecanismos internos que quedan trastocados por un desequilibrio alimenticio, como puede ser la cantidad de azúcar en sangre.
Un exceso de azúcar en la sangre sólo puede tener efectos negativos, dado que, o bien se mantiene en el sistema circulatorio sin poder entrar en las células por una falta de insulina que la descomponga, o bien la insulina es suficiente para que el azúcar entre en la sangre, pero las células no necesitan todo y lo desechan en forma de tejido adiposo.
La falta de vitaminas o minerales como el hierro también acaban siendo muy dañinos. Una falta de hierro en la sangre, patología que se conoce con el nombre de anemia, provoca que los glóbulos rojos no puedan atrapar el oxígeno de forma apropiada, causando mareos e insuficiencia respiratoria.
Esto es fácilmente evitable si agregamos una abundancia de legumbres y frutos secos a nuestra dieta, siempre con mesura para no sobrecompensar, dado que algunas vitaminas se guardan en el hígado y un exceso de éstas lo pueden llegar a inflamar.
Revisiones médicas
Al menos una vez al año, preferiblemente más, deberíamos visitar a nuestro médico de cabecera para una revisión. Por mucho que nos cuidemos, hay enfermedades asintomáticas que sólo pueden ser detectadas mediante un análisis de nuestra sangre, heces, o un palpamiento para asegurarnos de que no tenemos bultos en zonas peligrosas.
Parte del avance tecnológico ha estado centrado en la medicina y no debemos ignorar sus beneficios, ya que nos pueden llegar a salvar la vida. Debemos seguir siempre los consejos y el asesoramiento de nuestros profesionales sanitarios y visitar la clínica siempre que nos sintamos más enfermos de lo normal.